Por Pablo Amalfitano
Desde Madrid
Especial para LA CAPITAL
Si hay algo especial que ofrece la nueva Copa Davis es, sin duda, la vertiginosidad del desarrollo. Todo transcurre tan rápido que los distintos países casi no tienen margen de error. Un mínimo error, en definitiva, te manda de regreso a casa.
Argentina, no obstante, rompió con esa lógica de la forma más milagrosa. Descolló contra Chile, falló ante Alemania y estuvo al borde de quedarse afuera. Habría sido, de hecho, el resultado más racional. Pero esta renovada Davis en Madrid, por más diferente que sea respecto del certamen tradicional, todavía mantiene una pizca de aquel tinte épico.
El equipo de Gaudio volvió de la muerte y tiene una segunda oportunidad. Observó desde afuera de la cancha cómo se sucedieron los seis probables resultados que lo mantendrían con vida y el ánimo tuvo un cambio brusco. Aunque enfrente estará España, ahora Argentina es más peligrosa que antes por haber sobrevivido a la catástrofe.
El equipo local, además, deja abierta una puerta que podría resultar determinante. Ante la ausencia de Bautista Agut, quien abandonó la concentración por un problema personal, Pella abriría la serie contra Pablo Carreño, el ex top 10 que no atraviesa su mejor momento. Aunque también surge la opción de Feliciano López, el experimentado jugador copero que rinde con creces en canchas indoors.
El zurdo de 38 años incluso se entrenó en single con el sparring español Carlos Gimeno. El bahiense no tendrá una tarea sencilla, pero el primer punto puede caer para cualquier lado, como casi todo lo que sucede en la nueva Davis. Y, en efecto, el partido inicial será bisagra para el resto de la serie. Si Argentina lograra la victoria, primordial para sus aspiraciones, crecerá el entusiasmo.
Tanto que si Schwartman perdiera contra Nadal, un desafío de calibre, Argentina contaría con una chance inmejorable.
Juegue quien juegue en una eventual definición, con la incógnita del marplatense Horacio Zeballos -evoluciona de forma lenta y constante-, el doble no es más que una moneda al aire. Por más que enfrente aparezca Nadal, Feliciano o quien sea para acompañar a Granollers, nada está asegurado. Sobre todo porque Argentina experimentó, en plena dinámica de esta reestructurada competencia, la primera resurrección de la nueva era.